Desilusión                 

La ilusión muestra el deseo de una persona de hacer realidad un objetivo concreto. Existen metas que son motivo de ilusión en el ámbito personal o también, en el contexto profesional.
Sin embargo, la ilusión también puede romperse, es entonces cuando se produce el efecto de la desilusión. La tristeza por un deseo roto que duele, la sensación de pérdida que queda en el corazón como consecuencia de las expectativas rotas.
Evidentemente, no todas las desilusiones duelen del mismo modo ya que existen grados de ilusión diferentes. Cuanto mayor era un deseo y más importancia daba la persona a su realización, mayor es la decepción posterior.

La ilusión conecta de forma directa con la esperanza de realizar un bien concreto, por el contrario, la desilusión conecta con la desesperanza de sentir que un propósito es imposible de lograr.

La sensación de pérdida interior

Una de las desilusiones que produce mayor dolor es el desamor ya sea en forma de amor no correspondido, rechazo sentimental, abandono inespearerado de la pareja o estar enamorado de un mejor amigo. Entonces, surge el desengaño de sentir que las expectativas personales no se ajustan a la realidad de los hechos. Existe un punto en el que la persona abre los ojos de una forma definitiva y toma conciencia de la realidad por dura que sea.
Entonces, la persona experimenta una especie de duelo interior como consecuencia de la muerte de una ilusión cuando llega el momento de aceptar la realidad. Dando un paso más allá de cómo fueron las cosas en la mente del protagonista para apreciarlas tal y como han sido en la realidad.

Desajuste en las expectativas personales

La desilusión muestra precisamente que existe un desajuste en ambos planos y la persona puede estar en la nube de su propia idealidad mental, mientras que la realidad no se corresponde con esa perfección.
Las desilusiones forman parte del diccionario emocional de los niños que gracias al aprendizaje práctico que produce este sentimiento también aprenden a gestionar mejor la frustración. Los niños experimentan desilusiones automáticas, como por ejemplo, no poder hacer un plan que querían llevar a cabo en ese momento. Sentir el límite de la autoridad de los padres que no concede un capricho concreto.